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Jane Evelyn Atwood: "La inmensa mayoría de estas mujeres son silenciadas" |
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La
compleja situación de las mujeres en las cárceles europeas y
norteamericanas es la historia que Jane Evelyn Atwood plasmó en su libro
"Too Much Time: Women in Prison". Más allá de centrarse en sus
quehaceres cotidianos, esta fotoperiodista estadounidense residente en
París indagó en sus miedos y se interesó por el motivo de sus condenas,
tras las cuales se halla muchas veces la figura de un hombre. Atwood
imparte próximamente un taller de fotografía narrativa en Barcelona bajo
el paraguas de Eyes in Progress.
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© Jane Evelyn Atwood
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Jane Evelyn Atwood:
"Esta foto forma parte de un proyecto de diez años sobre mujeres
encarceladas. Me concentré en delincuentes comunes de 40 centros
penitenciarios -y algún corredor de la muerte- en Estados Unidos y otros
nueve países europeos. Mi estímulo inicial fue la curiosidad, pero la
sorpresa, el impacto y el desconcierto poco a poco ganaron terreno. Al
final del reportaje el sentimiento ya era de rabia.
Conseguir acceder [a las cárceles] fue extremadamente difícil. Pedía un
permiso de siete días en cada prisión, pero aunque me lo concedieran
desde las instancias más altas nunca sabía lo que me dejarían
fotografiar. Dependía de los guardias, del alcaide y por supuesto de las
reclusas. Nunca presioné a nadie para que me dejara hacerle una foto.
Les explicaba a las mujeres lo que estaba intentando hacer y por qué, y
ellas decidían si querían aparecer en mi libro. Algunas aceptaron ser
fotografiadas, pero otras muchas no.
Tan pronto como terminaba de fotografiar una cosa tenía que saber lo que
quería fotografiar luego. Iba siempre acompañada por guardias, alguien
de la administración y alguna persona de prensa, y por mi traductor
cuando trabajaba en un país del que no conocía el idioma. Siempre había
algo que no me dejaban fotografiar.
Esta foto la tomé en 1990 en la prisión de mujeres de Metz, en Francia,
durante un 'parloir intérieur', un permiso de visita para parejas
encarceladas simultáneamente por el mismo crimen. La pareja de la
izquierda estaba en la cárcel por vender mobiliario de cocina
inexistente. Fraude. Esperaban estas visitas con impaciencia, pero
cuando se acababan solían deprimirse. No recuerdo con qué frecuencia se
les permitía verse. Quizás una vez por semana.
La composición de la foto no necesita mucha explicación. Es perfecta
para una doble página. Aun así, en algunas revistas en las que no se han
parado a mirar la imagen ni leer el pie de foto me han llegado a pedir
la 'fotografía de la izquierda' o la 'fotografía de la derecha'…
Por lo que vi mientras hacía el reportaje, la estrategia utilizada en
las cárceles de mujeres era la humillación en lugar de la
rehabilitación. Las que habían sufrido en el exterior continuaban siendo
tratadas como ciudadanas de segunda clase cuando las encerraban. La
cárcel no debería servir sólo para privar de libertad a la persona que
ha cometido un crimen. No me gusta ver sufrir a nadie innecesariamente,
ya sea hombre o mujer.
Creo que sería más difícil para un hombre [fotógrafo] establecer una
relación con las presidiarias. La mayoría de estas mujeres ha tenido una
historia complicada con los hombres en sus vidas; han sufrido abusos de
los mismos hombres con los que deberían haber establecido una relación
de confianza.
Las mujeres que son encarceladas lo son habitualmente por culpa de los
hombres que se han cruzado en sus vidas. Se han involucrado con hombres
que no tienen buenas intenciones y que están metidos en el mundo del
crimen. Les siguen a ciegas, y en muchas ocasiones cumplen condena por
crímenes que han cometido ellos o que jamás habrían cometido por sí
solas. Ignoran sus derechos.
Desde el principio de este largo proyecto me llamó la atención lo muy
necesitadas que están las reclusas. Han sido maltratadas no sólo por la
ignorancia, la pobreza y una vida familiar destrozada que impregna el
pasado de la mayoría de ellas, sino también por los años -habitualmente
toda una vida- de abusos físicos y sexuales a manos de hombres.
Por cada mujer que aparece en mis fotos cientos más pidieron que no las
fotografiase, asustadas por las represalias que podían sufrir si decían
la verdad, tanto fuera como dentro a cargo de los guardias. También hubo
miles a las que ni siquiera dejaron que me acercara. Algunas se
avergonzaban de hablar, a otras muchas les asustaba hacerlo. Pero la
inmensa mayoría son simplemente silenciadas."
Declaraciones obtenidas por Ivan Sánchez.
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